jueves, 10 de junio de 2010

DE LA GUERRA (I)

Libro I – Sobre la naturaleza de la guerra
Traducción libre de GALOREGO
Capítulo I
¿Que es la guerra?
1. Introducción
La propuesta es examinar inicialmente los elementos básicos del tema. A seguir, estudiamos cada parte o rama y, por ultimo, su totalidad, en todas sus relaciones – avanzando así desde lo más simple hasta lo más complejo. No obstante será necesario iniciar dando antes un vistazo a la naturaleza del todo, porque es particularmente necesario que, en consideración de cualquiera de las partes, el todo debemos mantenerlo constantemente bajo el dominio de nuestra mirada.
2. Definición.
No usaremos cualquiera de las obtusas definiciones de Guerra utilizadas por publicistas. Conservaremos la esencia del objeto en si mismo como un duelo. Guerra no es otra cosa sino un duelo en escala gigante. Si pudiéramos concebir como unidad el incontable número de duelos que componen la guerra, lo haríamos mejor por suponer a nosotros mismos como luchadores. Cada uno se esforzaría por someter el adversario al arbitrio de nuestra voluntad: primero lo envolvemos y , a seguir, le hacemos ver que será incapaz de ofrecer resistencia.
Por tanto, Guerra es un acto de violencia practicado con el objetivo de conducir el oponente a los dominios de nuestra voluntad.
La violencia se arma a si misma con inventos del Arte y la Ciencia con el fin de luchar contra la violencia. Restricciones autoimpuestas, la mayoría imperceptibles o poco mencionadas, en condición de ley internacional integran el concepto de violencia sin retirarle poder.
 3. Uso de la fuerza
Filántropos pueden fácilmente imaginar que existan medios habilidosos de desarmar y prender el enemigo sin causar derramamiento de sangre y que esta es la tendencia notable del arte de la guerra. No obstante, por muy meritoso que esto parezca, es un equívoco que debe ser eliminado, pues en acciones tan peligrosas como la guerra los errores que proceden de un espíritu de benevolencia suelen ser los peores. Con el uso del poder físico en su máxima extensión por medios que excluyen el uso de la inteligencia se concluye que aquel que usa la fuerza indiscriminadamente, sin preocuparse con el derramamiento de sangre, debe obtener superioridad sobre el adversario si este no combate en la misma medida. Por tales medios, el que combate con violencia dicta la forma de guerra a su enemigo y ambos radicalizan el combate teniendo como limite las armas que cada lado dispone en el instante de la lucha.
Este es el modo por el cual la materia debe ser vista. Los detalles relatados en minucias excita la repugnancia, luego no tienen ningún propósito, aún actuando contra el propio interés, seguir adelante en la real naturaleza del asunto.
Si la Guerra entre pueblos civilizados es menos cruel y destructiva que la Guerra entre salvajes esto se debe a la condición social de los Estados y al tipo de relación que entre sí mantienen. En determinadas condiciones sociales la guerra se plantea y puede ser sometida a algunas condiciones por las que será controlada y modificada. Pero estos acuerdos no pertenecen a la guerra en si misma, son solamente condiciones establecidas e introducirlas en la filosofía de la guerra como principio de moderación podrá significar un verdadero absurdo.
La lucha entre hombres se obtiene por medio de dos diferentes elementos: sentimiento de hostilidad y visión hostil. En nuestra definición de guerra escogemos el segundo elemento porque es el más generalizado. Es imposible concebir pasión de actos tan salvajes bordeando la naturaleza del puro instinto si no se le añade la idea de intención hostil. Por otro lado, la intención hostil debe siempre existir sin que necesariamente venga acompañada en algunos o en todos los eventos de guerra por un sentimiento extremo de hostilidad para con el enemigo y verlo como teniendo hostilidad para el primero. Entre salvajes la visión hostil emana del sentimiento que precede un acto de guerra. Entre naciones civilizadas la visión hostil predomina por causa de desentendimientos que no son consecuencia de un estado de barbarie sino de un estado cultural entre ellos, asistida por instituciones que increpan bajo determinadas circunstancias que, aunque no se encuentren en todos los casos, prevalecen en la mayoría de ellos. En resumen, también las naciones más civilizadas  pueden guerrear entre sí con pasional odio.
Vimos como puede ser falaz referirse a la Guerra entre naciones civilizadas y considerarla como un acto inteligente de sus gobiernos e imaginarlos como se fríen en el fuego de lucha con todo el sentimiento de la pasión requerida si no fuese necesario el uso de armas de combate y el odio pudiese ser resuelto con una simple cuenta algébrica.
La teoría caminaba en esta dirección hasta que los resultados de la última guerra enseñaran respuesta mejor. Siendo la guerra un acto de fuerza, a ella pertenece necesariamente todo el sentimiento hostil. Si la guerra no tiene origen en el sentimiento hostil, ella reacciona más o menos delante de este sentimiento y no depende del grado más o menos de civilización y sí de la importancia y duración de los intereses envueltos en el estado de guerra.   
No obstante, si encontremos naciones civilizadas que no matan sus prisioneros y no destruyen campos y ciudades, es por causa de que su inteligencia ejercita gran influencia en los modos de conducir la guerra y han aprendido medios más eficaces de aplicar fuerza que por la rudeza de un mero instinto. El descubrimiento de la pólvora y la invención de armas de fuego son pruebas suficientes de que el objetivo de destruir al adversario está presente en la toda concepción de guerra y no ha sido cambiado o modificado a través del progreso y de la civilización.
Por lo tanto, repetimos la sentencia de que Guerra es un acto de violencia y que no conoce límites en su aplicación. Cuando uno dicta obligaciones al otro, en ese momento se plantea un tipo de acción recíproca que los lleva a un estado extremo de violencia. Es esta primera acción recíproca, en su estado de máxima violencia, el objetivo de nuestro estudio.
Tema: Clausewitz

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